El apoliticismo desde
el margen
La socialdemocracia, viviendo en el sistema, ha
evolucionado hacia posiciones de poder neoliberal, deteriorando su prestigio
entre corruptelas y puertas giratorias
Anarchist Alliance DC – Occupy
Laura Vicente
No parece el mejor momento para hablar de uno de los rasgos que mejor
definen la idiosincrasia del anarquismo, el apoliticismo, dado el entusiasmo
que despierta la participación política y las expectativas de cambio que tal
participación genera en amplios sectores de población.
Henry D. Thoreau[1], un hombre que resulta inclasificable
pero que tiene un claro talante libertario y solidario, señalaba ya a
mediados del siglo XIX que:
"El gobierno por sí mismo, que no es más que el medio elegido por el pueblo
para ejecutar su voluntad, es igualmente susceptible de originar abusos y
perjuicios antes de que el pueblo pueda intervenir."
Añadía, además, que lo deseable no es cultivar el respeto por la ley,
sino por la justicia y que solo una minoría sirven al Estado con sus
conciencias, con lo que acaban las más de las veces enfrentándose a él y casi
siempre son tratados como enemigos. Para Thoreau, las votaciones son un
jugar con lo justo y lo injusto, con cuestiones morales. Votar, por tanto,
es expresar débilmente el deseo de justicia, que al quedar en manos de la
mayoría se deja al azar del resultado.
Anarquistas posteriores redundaron en la línea marcada por Thoreau
señalando, como Proudhon[2], que:
"Ser gobernado significa ser observado, inspeccionado, espiado, dirigido,
legislado, regulado, inscrito, adoctrinado, sermoneado, controlado, medido,
sopesado, censurado e instruido por hombres que no tienen el derecho, los
conocimientos, ni la virtud necesarios para ello. Ser gobernado significa, con
motivo de cada operación, transacción o movimiento, ser anotado, registrado,
controlado, grabado, sellado, medido, evaluado, sopesado, apuntado, patentado,
autorizado, licenciado, aprobado, aumentado, obstaculizado, reformado,
reprendido y detenido. Es, con el pretexto del interés general, ser
abrumado, disciplinado, puesto en rescate, explotado, monopolizado,
extorsionado, oprimido, falseado y desvalijado, para ser luego, al menor
movimiento de resistencia, a la menor palabra de protesta: reprimido, multado,
objeto de abusos, hostigado, seguido, intimidado a voces, golpeado, desarmado,
estrangulado por el garrote, encarcelado, fusilado, juzgado, condenado,
deportado, flagelado, vendido, traicionado y por último, sometido a escarnio,
ridiculizado, insultado y deshonrado.¡Eso es el gobierno, esa es su justicia,
esa es su moral!”
No está de más señalar que el anarquismo lo que rechaza es la
intervención en la política institucional ofrecida por el propio sistema con la
intención de transformarlo, ya que como señaló Sartre: Quien respeta la
legalidad no puede actuar contra el sistema, vive en él. Actuar en la
política para modificar el sistema a través de las acciones que, como señala
Thoreau, surgen de los principios, de la percepción y la realización de lo
justo, con la intención de cambiar las cosas y las relaciones de poder,
también es participar en política y ahí siempre ha estado presente el
anarquismo como ideología política que es.
La participación política que están impulsando en la actualidad diversos
partidos o coaliciones electorales (como Podemos, Guayem, Barcelona/Zaragoza [y
otras] en común, CUPs, etc) que dicen surgir de los movimientos sociales,
especialmente del 15 M, y que aspiran a no abandonar, no es nada nuevo. El
movimiento obrero se vio recorrido por esa disputa desde su origen y generó una
discusión directa en la AIT (1864-1876) entre bakuninistas partidarios de la no
participación en política y del rechazo a la formación de partidos obreros, y
los marxistas que defendieron la posición contraria. La escisión y disolución
de la AIT por esta disputa sobre la intervención política fracturó al
movimiento obrero y lo encarriló mayoritariamente hacia la fundación de
partidos para intervenir en los parlamentos y desarrollar una política
reformista que favoreciera a las clases trabajadoras. Recordando la mencionada
frase de Sartre, estos partidos se instalaron en el respeto a la legalidad y
abandonaron los sueños de transformación del sistema iniciando los primeros
pasos de la socialdemocracia. No podemos olvidar que aquellos partidos obreros
que mantuvieron la idea de la revolución social y conquistaron el cielo, perdón
el poder, acabaron construyendo terribles distopías que crearon una
sociedad totalitaria, cruel y represora, en la que el Estado creció hasta
imponer la voluntad de una minoría sobre la inmensa mayoría de la sociedad (fue
paradigmático el estalinismo soviético).
La socialdemocracia, viviendo en el sistema, ha evolucionado hacia
posiciones de poder neoliberal, deteriorando su prestigio entre corruptelas y
puertas giratorias. La política ha quedado reducida a una cuestión de gestión
de expertos de las necesidades del capitalismo global que ha provocado, desde
2008, consecuencias devastadoras para las clases trabajadoras y clases medias.
Las organizaciones políticas que viven en el sistema, no suelen
iniciar movimientos de protesta, y así ocurrió con el movimiento 15M de
2011, sino que son éstos los que dan lugar al nacimiento de organizaciones
(Podemos y las diversas coaliciones electorales que dicen proceder de dicho
movimiento) que, a su vez, intentan domesticar las protestas y transformarlas
en canales institucionales, tal como está sucediendo cuatro años después de
iniciado este movimiento. Como señala James C. Scott[3], en la medida en que las protestas
amenazan el sistema, las organizaciones formales son más un impedimento que un
elemento facilitador ya que las instituciones estatales controlan férreamente
el poder del Estado y del acceso institucionalizado a él. El 15M desafió en
primer lugar esa idea práctica de la política: no nos representan; era
un momento en el que se daban las mayores alteraciones y en el que dichos
movimientos estaban menos organizados y eran menos jerárquicos, por tanto, eran
más rebeldes en el desafío no institucionalizado frente al orden existente. No
había líderes con los que negociar un acuerdo y el desafío en masa,
precisamente porque amenazaba el orden institucional (recordemos el parlamento
cercado por manifestantes tanto en Madrid como en Barcelona), hacía reclamar
desde el poder que la ciudadanía lo que debía hacer era votar y no movilizarse
y para ello eran necesario que surgieran organizaciones que intentaran
canalizar este desafío e incorporarlo al flujo de la política normal, donde
pudiera ser contenido. Lógicamente los partidos tradicionales no esperaban ser
sustituidos por partidos de indignados, pero incluso su dudosa
desaparición no es preocupante para el sistema que tiene una gran capacidad de
asimilación como lo demostró con los partidos socialistas, comunistas, verdes,
etc.
Y llegamos al nudo gordiano de la lucha política: ¿participamos para
cambiar de manos el poder político y reformar aspectos secundarios del
capitalismo neoliberal o luchamos para cambiar la vida? Si lo que deseamos es
lo primero, los nuevos partidos son más eficaces, al venir de fuera del
sistema, para transformar la rabia, la frustración y la indignación en un
programa político que constituya la base sobre la que tomar decisiones
políticas y legislar. Tienen una multitud rebelde que patrimonializar si la
disciplinan y controlan. Estas organizaciones son enunciadas por J. C. Scott
como instituciones traductoras, puesto que su capacidad de negociación
está basada en traducir su control respecto a los movimientos de los que
proceden. Es la rebeldía del 15M la que ha constituido la fuente de influencia
de estos nuevos partidos, por ello podemos considerarlos como auténticos parásitos
de la rebeldía espontánea que tratan de transformar en votos y en
poder dentro de las instituciones.
Olvidada la idea de una revolución total que lo podía cambiar todo, en todo
el mundo, y que mantenía el enfrentamiento frontal contra el sistema, la
revolución del siglo XXI quizás no está tanto en los fines como en los medios,
de tal manera que la máxima del fin justifica los medios podría girar en los
medios justifican el fin. Los medios tan vapuleados en aras de
conseguir los fines, se pueden convertir en la clave de una transformación
cuyas dimensiones no son fáciles de prever, ni deberían interesarnos en exceso,
tras un siglo y medio en que los fines lo han acaparado todo con unos
resultados más bien exiguos si tenemos en cuenta el actual dominio neoliberal.
Un medio irrenunciable para el anarquismo es la praxis de la
libertad frente a la conformidad, pero también, como señala Byung-Chul Han[4], el rechazo a la violencia del consenso
que reprime cualquier particularidad y que reina en la conexión a la red y en
la comunicación digital. Lo más actual del anarquismo está en la importancia
que da a las relaciones de poder, la hipersensibilidad frente a la autoridad,
el rechazo frontal de todas las decisiones desde el ejercicio del poder, como
elementos contradictorios con la libertad. La libertad verdadera solo es
posible mediante una completa liberación de la vida respecto del capital,
nuestro futuro dependerá de que seamos capaces de servirnos de lo inservible
más allá de la producción. El rechazo de una praxis consumista puede
desarrollar una forma de vida que esté libre de la necesidad.
Crear, en definitiva, nuevos espacios en los que construir el arte de
la vida como praxis de la libertad y en los que caben cooperativas
autogestionadas y redes de economía alternativa. Es necesario comenzar en
otro puerto de partida, en un espacio propio y libre que marque
distancias con el utilitarismo que se ha adueñado de la política, y logre
articular, si es necesario, las objeciones a nuestra forma de vida redefiniendo
lo que puede unir a las personas, abandonando el individualismo, el consumismo
y la codicia que impregna toda la actuación humana.
La dificultad hoy no estriba en expresar libremente nuestra opinión, sino
en generar espacios libres, en los que prime la soledad y el silencio y
encontremos algo que decir. Abrir espacios virginales, como señala
Byung-Chul Han, para que el pensamiento pueda iniciar un hablar totalmente
distinto que sea capaz de cuestionar los esquemas de dominación, las
manifestaciones sexistas, las formas de explotación económica, o las relaciones
jerárquicas. No es una novedad esta propuesta, el mencionado Henry D. Thoreau
señalaba la vacuidad de las conversaciones cotidianas y cómo lo superficial
lleva a lo superficial, permitiendo que las personas abarroten la mente con
basuras y deja que, rumores e incidentes ociosos e insignificantes, se
introduzcan en un terreno que debiera ser sagrado para el pensamiento.
Clamando por la castidad de la mente como única forma de pensar y
acceder al conocimiento. Y desde el silencio quizás es posible la revolución
interior que, tan relevante fue siempre para el anarquismo
individualista, para hacer crecer comportamientos fraternales, solidarios y de
apoyo mutuo con las personas más próximas. La incitación a volver a una
concepción moral y natural de la sociedad, la libre opción y la libertad de
juicio, son medios a destacar en la praxis libertaria.
Las formas de participación política anarquistas tienen que basarse en la
capacidad de decidir por sí mismo, sin delegación, tanto
individualmente como colectivamente. A diferencia de las acciones
institucionalizadas, a través de la “acción directa” los actores sociales
intentan alcanzar sus objetivos transgrediendo o vulnerando los canales
institucionales del orden social para lograr sus demandas. No solo se refiere
al carácter no mediado institucionalmente de la forma de lucha, sino también al
carácter organizativo no delegado de dicha forma de acción.
James C. Scott[5], propone practicar la infrapolítica
con acciones diversas como, dar largas o inacción, furtivismo, ratería,
disimulo, sabotaje, deserción, absentismo, ocupación y huida. Las clases
subordinadas han carecido históricamente del lujo de la organización política
manifiesta, lo que no les ha impedido trabajar en complicidad y de forma
microscópica, cooperativa y multitudinaria en el cambio político desde abajo.
El anarquismo tiene un trasfondo, desde la libertad y la autonomía
personal, que puede construir sin dogmas un modelo de vida que respeta las
emociones, la autoestima, la responsabilidad de las decisiones propias, el
estímulo de las capacidades y la inteligencia desde el realismo de lo posible.
Estos medios pudieran convertirse en el fin, pensado desde otro
punto de vista más acorde con el siglo XXI.
[2] J. Proudhon (1994): “La
idea general de la revolución en el siglo XX”. En: Alonso, M. E., Elisalde, R.
y Vázquez, E. Historia Argentina y del mundo contemporáneo. Buenos
Aires, Aique, 1994.
Laura
Vicente es catedrática de Historia. Autora de varios libros como: Historia del
anarquismo en España, Teresa Claramunt (1862-1931). Pionera del feminismo
obrerista anarquista.
Artículo publicado en lamarea, 17
junio 2015:
Para Sala de Lectura del blog Bajo Cinca Libertario:
Marzo 2016
Otros textos publicados
en la Sala de Lectura:
LIBERTARIOS Y AUTORITARIOS. Ricardo Mella, publicado en la Sala de Lectura, invierno 2015-2016 http://bajocincalibertario.blogspot.com.es/p/sala-de-lectura_9.html
Anarquismo y sindicalismo. Salvador Seguí, publicado en la Sala de Lectura,
otoño 2015 http://bajocincalibertario.blogspot.com.es/p/sala-de-lectura_19.html
Anarquismo: la conexión feminista. Peggy Kornegger publicado en la Sala de
Lectura, agosto – septiembre 2015 http://bajocincalibertario.blogspot.com.es/p/blog-page_26.html
CONTRA LA DEMOCRACIA. Agustín García Calvo publicado en la Sala de Lectura,
mayo-junio-julio 2015 http://bajocincalibertario.blogspot.com.es/p/normal-0-21-false-false-false-es-x-none.html
Reabrir la cuestión revolucionaria (lectura del Comité Invisible), Amador
Fernández-Savater publicado en la Sala de Lectura, abril-mayo 2015 http://bajocincalibertario.blogspot.com.es/p/sala-de-lectura_80.html
Falacias de la democracia, Ángel
Cappelletti, publicado en la Sala de Lectura, febrero-marzo 2015 http://bajocincalibertario.blogspot.com.es/p/falaciasde-la-democracia-lapalabra.html
¿Eres anarquista? ¡La respuesta te podría sorprender! David Graeber,
publicado en la Sala de Lectura, diciembre 2014 enero 2015 http://bajocincalibertario.blogspot.com.es/p/sala-de-lectura_22.html
La ofensiva ciudadanista. Editorial de la revista Argelaga del mes de julio
del 2014, publicado en la Sala de Lectura, octubre-noviembre 2014 http://bajocincalibertario.blogspot.com.es/p/sala-de-lectura_5.html
Bakunin inmortal 1814-2014, periódico CNT, publicado en la Sala de Lectura,
agosto-septiembre 2014 http://bajocincalibertario.blogspot.com.es/p/sala-de-lectura_12.html
Delirios capitalistas, Patricio Barquín, publicado en la Sala de Lectura, Julio
2014 http://bajocincalibertario.blogspot.om.es/p/blog-page_3.html
Notas para una política no estadocéntrica, Amador Fernández-Savater,
publicado en la Sala de Lectura, junio 2014 http://bajocincalibertario.blogspot.com.es/p/sala-de-lectura_15.html
Votar no votar. Javier Sádaba, publicado en la Sala de Lectura, mayo 2014 http://bajocincalibertario.blogspot.com.es/p/sala-de-lectura_2.html
Carácter ético del anarquismo. Luce Fabbri, publicado en la Sala de
Lectura, abril 2014 http://bajocincalibertario.blogspot.com.es/p/sala-de-lectura.html
Anarco-Feminismo: pensando en anarquismo. Deirdre Hogan, publicado en la
Sala de Lectura, marzo 2014 http://bajocincalibertario.blogspot.com.es/p/blog-page_9.html
SOBRE "PODEMOS". Carlos Taibo, publicado en la Sala de Lectura,
febrero 2014 http://bajocincalibertario.blogspot.com.es/p/sobre.html
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